Hace un tiempo, comenzando el año, hice con mis amigas un ejercicio que se llama la pizarra de visualización, también conocido como “collage de sueños”. Una representación visual en una cartulina, una colección de recortes que representan las cosas que deseas tener, ser o hacer en tu vida.
Entre las cosas que quería pegué una frase que decía: «Conectate».
Cada vez que miraba la pizarra era como si me fuera haciendo más consciente de la amplitud del concepto, que para mí era “Vivir conectada”.
¿Conectada con qué?
En primer lugar, conectada conmigo misma, con mi parte interior, con mi alma.
Es lo más importante, porque a partir de allí surgen todas las demás conexiones. Esto se logra a través de la meditación o el contacto con la naturaleza, por ejemplo.
Los tipos conexiones pueden ser muy personales, cada una de nosotras se orienta a actividades e intereses diferentes y, por lo tanto, nuestras elecciones variarán de acuerdo con esto. Por ejemplo, disfrutar de la música o bailar, correr o jugar con tus niños.
Existen conexiones que son más generales, que nos implican a la mayoría de los seres humanos y son las que voy a enumerar ahora:
- La conexión con tu cuerpo
Se trata de aprender a “escucharlo”. Tener la presencia, capacidad de sentir y descifrar lo que siente y nos quiere transmitir.
Puedes tener dolores concretos que te hablen de situaciones que debes cambiar, dejar de soportar, haciendo algo al respecto. También hay dolores de bloqueo, cosas que no dices, por ejemplo, y acumulas durante cierto tiempo.
- La conexión con el espacio físico que habitas
Se trata del orden y armonía que coloques en tus lugares cotidianos. El orden externo colabora con el orden interno.
Mantener tus espacios limpios, ordenados y con algún extra que te haga sentir bien como lámparas, aromas o colores a modo decorativo generarán un ambiente ideal para que te encuentres contigo misma.
¡Y toda persona que llegue a tu espacio sentirá la buena energía del lugar!
- La conexión con las actividades que realizas
Sea trabajar, limpiar la casa o juntarte con una amiga, lo principal en este punto es que te dediques por completo a la actividad que vas a realizar aquí y ahora.
Crea un ambiente pleno de armonía alrededor de la situación y desconecta de los artefactos electrónicos que puedan interferir.
Dedica tu tiempo y céntrate en lo que estás haciendo en el momento en que lo haces.
Puedes ordenar tus actividades con horarios para que te resulte más fácil.
Y, por favor, guarda el móvil, lo podrás revisar al finalizar lo que estás haciendo, esto contribuirá también a bajar tu ansiedad de vivir pegada al teléfono como si fuera que todas todas las notificaciones fueran urgentes.
- La conexión con las personas que te rodean
Mira con atención a las personas que están en tu vida y no sólo con los ojos, hazlo con todos tus sentidos.
Vivimos apurados y pensando tanto en nuestras cosas que olvidamos que alrededor nuestro existen otros seres humanos iguales a nosotros, que sienten, sufren y tienen sus propios dilemas.
Considera al otro como si fueras tu misma, porque así como tú, los demás están librando sus propias batallas. Mirarse a los ojos, escucharse con el corazón, sin juzgar ni opinar, nos acerca y así podremos crear un mundo más amable para todos..
Finalmente, y siguiendo con el ejercicio de la pizarra de visualización, algo de lo que también me di cuenta fue que necesitaba estar conectada conmigo para conocerme y saber lo que quiero.
Porque podemos saber exactamente de dónde venimos, quiénes son nuestros padres, nuestras raíces y nuestra historia, pero ¿verdaderamente nos conocemos?
Constantemente, ponemos nuestra atención hacia lo que ocurre en el exterior: un nuevo acontecimiento, un descubrimiento o una nueva persona.
Somos capaces de establecer conexiones de manera sencilla con casi todo lo que nos rodea, incluso lo hacemos con los móviles y ordenadores, pero la triste realidad es que muchas veces somos incapaces de conectarnos con nosotros mismos o con lo que hacemos.
Y es que no hacerlo tiene un precio, y ese precio puedes experimentarlo cuando sientes una especie de vacío, de tristeza, de confusión que a veces te hace notar que no sabes ni quién eres.
Esta capacidad de conexión con nosotros mismos está muy presente en los años de infancia, cuando verdaderamente vivimos conectados con nosotros mismos, sabemos lo que queremos y vamos por ello.
Desafortunadamente, esta conexión va disminuyendo a medida que vamos creciendo y perdiendo la comunicación con nuestro interior, dando primero la razón a lo que es correcto, por ejemplo, para la sociedad y dejando a un lado el sentir genuino, el vivir y el reflexionar.
Ahora que sabes cómo reconectar contigo ponte manos a la obra y detecta los patrones que quisieras incorporar a tu vida para sentirte mejor contigo misma.
¿Me cuentas cuáles de estas conexiones es la más difícil para tí?
Con ♥